El Monumento a la Paz fue erigido en Tegucigalpa en 1996 como una llamada a la paz eterna entre los países hermanos de América Central. En su momento mucho se escribió sobre ”La Guerra del Fútbol” entre Honduras y el Salvador que se desató en 1969 y que en su fase activa duró 100 horas. En la actualidad, las verdaderas causas de la guerra sólo son conocidas por expertos en cuestiones internacionales. El fútbol, en realidad, sólo tuvo una relación indirecta.
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El parque que rodea el monumento sirve de refugio a los indigentes locales.
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Pero tiene sentido hacerle la visita: desde aquí se observa una formidable vista panorámica de la ciudad y a través de una aspillera de hormigón puede verse el terreno de fútbol del Estadio Nacional. El Monumento a la Paz es una garantía de que las batallas deportivas en el estadio se desarrollarán dentro de los marcos de la ética y corrección políticas. Como dicen los fanáticos del fútbol: Make Futbol, Not War! (¡Jueguen fútbol y no a la guerra)!
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