Oruro, Bolivia
Febrero 2008
Debo decir muy francamente que los amantes de la civilización europea no tienen nada que ir a buscar a Oruro. Esta pequeña ciudad boliviana existe para los que, “en desafío al descanso barato”, estén dispuestos a respirar aire enrarecido, a exponerse a los abrasadores rayos del sol y a sumergirse en la poco atractiva cotidianidad de la clase obrera local.
Oruro está situado a 230 kilómetros de La Paz a una altura de 3700 metros sobre el nivel del mar. Fue fundado el 1ro de febrero de 1606 y debe su nacimiento a los ricos yacimientos de plata. Cuando prácticamente no quedaba ya nada de este metal precioso, la ciudad comenzó a desmoronarse, a sumirse en el abandono, mientras que sus pobladores se dispersaban hacia otros lugares de mayores perspectivas “en pos de paga abundante y fácil”.
En el perímetro de la plaza se encuentran la alcaldía, la prefectura, la cámara de comercio y otras instituciones oficiales a las que los turistas, por lo general, no les prestan atención. En realidad, hay ocupaciones mucho más interesantes que conocer al alcalde, al prefecto o al presidente de los comerciantes y empresarios.
Resulta impresionante la iglesia de San Francisco y, en especial, su portal de piedra tallada del siglo XVIII.
Por cierto, en Oruro no son pocas las iglesias que en cuanto a ornamentación y suntuosidad tengan algo que envidiar a las de Potosí. Entonces comienzas a pensar que incluso entre las autoridades eclesiásticas se dejan ver enfoques clasistas: mientras que para unos el barroco es el lujo, a otros les basta la severa sencillez de la piedra.
Hallar una vista de las calles de Oruro que tenga un buen efecto visual no es tarea de las faciles. Confio que este mosaico de fotos ayude al turista potencial a comprender lo que le espera en esta ciudad minera, donde la busqueda de puntos de alimentacion desplaza a un segundo plano las bellezas de “medio existencial”.
Para los turistas, la ciudad es atractiva en los dias del tradicional carnaval de febrero, uno de los mas vistosos y originales del subcontinente suramericano.
Me vi imposibilitado de venir en los días del carnaval, por lo que tuve que contentarme con filmar tribunas vacías y el asfalto desnudo por el que desfilan los alegres grupos de bailadores y músicos. Le da un aspecto simbólico la crepitante máscara del diablo que contempla el paseo desde la altura de su privilegiada posición. Fuera de los carnavales, se percibe como algo irracional, surrealista al estilo de Salvador Dalí.
Don Manuel Castro y Padilla fue el fundador de la ciudad. Tres veces golpeó la nueva tierra con el asta de este estandarte para proclamarla así propiedad del rey Felipe III..
