Metamorfosis bolivianas
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Konstantin Sapozhnikov
Mayo 2008
En los años transcurridos, La Paz se ha modernizado notablemente. En la parte central de la ciudad y en las antiguas "regiones dormitorios", sobre las ruinas de construcciones de aspecto lamentable, surgieron edificios refulgentes de metal y cristal tratado, con arquitectura de refinación cósmica; mejoró la infraestructura del transporte: nuevos nudos viales, rampas, túneles. Ha crecido notablemente el número de vehículos lo cual obligó a las autoridades municipales a construir puentes peatonales en los puntos de la ciudad recargados de transporte. Uno de dichos puentes se encuentra en vecindad con la catedral de San Francisco y siempre está lleno de turistas que dejan constancia de si para la eternidad, teniendo como fondo la Plaza de Los Héroes que se extiende debajo.


Памятник «Неизвестному солдату»
El monumento al «Soldado Desconocido».
En el tiempo que pasé como reportero en La Paz no prestaba mucha atención a los monumentos y estatuas de la capital: No tenía tiempo para ello. Pero ahora, como turista, contemplaba detenidamente todos los que caían en mi camino. Hay no menos de 170 en la capital. Los bolivianos asumen distintas posturas ante estos monumentos. Algunos son blanco de pelotas de fango y bolsas plásticas con pintura. Las víctimas más frecuentes son Cristóbal Colón (¡Colonizador!) y John Fitzgerald Kennedy (¡imperialista!)

Pero hay en la Paz dos monumentos que son honrados por los bolivianos. Uno de ellos está dedicado al "Soldado Desconocido", caído en la trágica Guerra de El Chaco contra Paraguay (1932 - 1935). Cruentas batallas tuvieron lugar por territorios inhabitados y abrasados por el sol que “potencialmente” podían ser petrolíferos. Los instigadores de esa guerra fueron compañías petroleras: la “Royal Dutch Shell”, anglo-holandesa que “apoyaba” a los paraguayos y la norteamericana “Standard Oil” a los bolivianos. En el monumento al “Soldado Desconocido” no hay nada heroico. Un soldado de bronce yace boca abajo sobre el pedestal, de la misma forma en que yacieron cientos de otros soldados a lo largo de los polvorientos caminos de El Chaco. Una víctima anónima e impersonal de una guerra innecesaria e incomprensible para muchos bolivianos.

El monumento al héroe nacional Eduardo Abaroa
El monumento al héroe nacional Eduardo Abaroa fue concebido en una clave evidentemente acusatoria. Abaroa no era un militar profesional, mas cuando Bolivia fue agredida por Chile (la Guerra del Pacífico, 1879-1883), empuñó el fusil y sacrificó todos sus bienes en aras de armar y equipar el destacamento de autodefensa. Abaroa cayó en combate al inicio mismo de la guerra, defendiendo las posiciones bolivianas en los accesos a la ciudad de Calama (actualmente chilena) en la región de Atacama. El monumento resulta realmente impresionante: el héroe, mortalmente herido, se yergue por un instante apuntando implacable en el sentido donde se encuentra el país que ha usurpado las tierras bolivianas. Cuentan que en la versión inicial del monumento, el dedo índice acusador de Abaroa era desproporcionadamente grande. La comisión de la ciudad encargada de “recibir” la escultura, a pesar de reconocer que la concepción, en principio, resultaba original, insistió en que al dedo se le diera una “mayor verosimilitud”. El autor, el escultor boliviano Emiliano Luján Sandoval (1910-1975) de mala gana estuvo de acuerdo, pero aún en la variante “aligerada” el dedo del héroe Abaroa resulta amenazante.

Al analizar la situación actual de las relaciones boliviano-chilenas, debe tenerse siempre presente el "trauma histórico" de la Guerra del Pacífico que privó a Bolivia de su salida al océano. En una de las paredes del Museo del Litoral Boliviano de la calle Jaen en La Paz, está escrito: "La ocupación y retención por la fuerza de territorio ajeno no da derecho a ejercer el dominio sobre él". El nudo del conflicto, aparentemente atado para siempre a fines del siglo XIX, hace mucho que debió ser desatado. En teoría, las condiciones para ello son favorables. Tanto en Bolivia como en Chile existen, con sus variaciones, gobiernos socialistas: el gobierno de Evo Morales con destellos "populistas" y el de Michelle Bachelet con destellos neoliberales.

Las inaplazables tareas de la integración regional reclaman confianza mutua, gestos de buena voluntad y concesiones magnánimas. Y cuanto antes, mejor. En Chile, la insuficiencia de recursos energéticos se manifiesta cada vez con mayor agudeza en la eficiencia de su economía. El combustible más "rápido" y barato, el gas, puede obtenerlo sólo en Bolivia.

Hoja de coca
A Bolivia está indisolublemente ligado el tema de la coca, arbusto cultivado durante milenios por los indígenas. Las hojas de coca sirvieron con devoción y justeza a los pueblos andinos para revitalizar sus fuerzas en las duras condiciones del altiplano. La criminalización de la "sagrada hoja de la coca" (como se le denomina en el folclore boliviano) comenzó desde el momento en que los científicos aprendieron a extraer de ella el clorhidrato de cocaína (en el año 1860) como uno de los "narcóticos más efectivos". Al principio era utilizado como anestésico, pero los pacientes se habituaban tan rápidamente a él que la atracción hacia la "anestesia" se convertía en una adicción insuperable. El mundo occidental, cuyos ciudadanos son los consumidores de narcóticos con mayor poder adquisitivo, en apariencia lleva a cabo una lucha tenaz contra el narcotráfico. Día tras día se informa de exitosas operaciones de los servicios antinarcóticos en la intercepción de cargas con estupefacientes. Sin embargo, a pesar de toda la astucia y la coordinación para la realización de estas operaciones, los Estados Unidos y los países de Europa están literalmente inundados de narcóticos.

La elevadísima rentabilidad de este negocio criminal libera a los narcocomerciantes de cualesquiera consideraciones de carácter ético-moral que pudiera refrenarlos. Cada vez hay más narcómanos y los fracasos de los servicios especiales y de sus muy anunciadas estrategias de lucha contra el narcotráfico son cada vez más evidentes.

En estas comprometedoras circunstancias, la respuesta a la pregunta de ¿quién es el responsable por la expansión de los narcóticos?, generalmente, suena de forma estereotipada: Los culpables son los campesinos por cultivar la materia prima inicial, sin comprender toda la seriedad y agudeza del problema de las drogas. Precisamente de esta forma fue enfocado el problema en la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes adscripta a la ONU. La comisión recomendó a los gobiernos de Perú y Bolivia "adoptar medidas para erradicar la práctica enraizada en estos países de masticar hojas de coca", toda vez que este hábito puede influir negativamente en la salud de las personas1.

Caramelos de hoja de coca
Caramelos de hoja de coca.
En Perú el llamado de la Junta Internacional de prohibir que se mastique las hojas de coca fue considerado como una falta de respeto a una tradición popular. Mucho mayor fue la indignación en Bolivia, cuya dirigencia supone que las "recomendaciones" de la Junta de la ONU fueron aprobadas no sin trabajo de lobby por parte de los representantes de los EUA. Washington no está conforme con la excesiva independencia de los bolivianos para definir direcciones clave de la lucha contra el narcotráfico, con su insuficiente "fervor" para reducir las plantaciones de coca, así como por el hecho de recalcar en su política la necesidad de llevar a cabo un diálogo constructivo con los "cocaleros" (en lugar de aplicar procedimientos de fuerza). Para el gobierno de Evo Morales, los campesinos que cultivan la coca son víctimas involuntarias del narcotráfico. Es por ello que en esta lucha el énfasis principal se está haciendo, y con éxito, en la detección de los narcotraficantes, sus laboratorios, los canales de transportación de estupefacientes, etc.

Se desarrolla activamente el trabajo para el aprovechamiento de la hoja de coca, digamos, "con fines pacíficos": caramelos, té tonificante y pasta dental son variantes para el uso de la hoja de coca. Y en cuanto a lo de masticar las hojas, en los países andinos continuarán haciéndolo en el futuro, a pesar de las "recomendaciones", "consejos amistosos" y tapabocas habituales. Tradiciones son tradiciones. ¡Son del pueblo! Millones de personas en la región andina mastican las hojas de coca sin pretender imponerle a nadie sus milenarias costumbres.



1 En la lengua de los indígenas aymara existe una palabra especial para denominar el acto de mascar hojas de coca: pijcheo. Según informó el diario “El Deber” (Santa Cruz, 13.03.08), senadores y diputados por el partido gobernante MAS están preparando un proyecto de ley sobre el Día Internacional para Mascar Hojas de Coca.
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