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Venezuela: El pacificador

15 de Marzo de 2008
La semana pasada en la Cumbre del Grupo de Río, celebrada en Santo Domingo, el tono diplomático y el comportamiento tranquilo del presidente Chávez consiguieron la paz entre naciones andinas al borde de una guerra; sin embargo, los medios de comunicación lo califican de “dictador” y “amenaza para la región”

Quizás la figura más distorsionada y demonizada en los medios de comunicación hoy, el presidente de Venezuela Hugo Chávez, recientemente se convirtió en un símbolo de paz y diplomacia en la Cumbre del Grupo de Río en Santo Domingo el pasado 7 de marzo. El tono diplomático y afectuoso de Chávez y su llamado a la paz entre las naciones hermanas calmaron las tensiones entre Colombia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, países que horas antes estuvieron al margen de la guerra después de que Colombia violara unilateralmente el territorio de Ecuador, sin permiso o notificación, para bombardear y asesinar a un líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que estaba acampando con un grupo de visitantes mexicanos en la parte ecuatoriana de la frontera.

Todas las personas que se encontraban en el campamento de las FARC fueron asesinadas, con excepción de tres mujeres, incluyendo una mexicana, que resultaron heridas y fueron dejadas ahí por soldados colombianos para que murieran, pero más tarde fueron rescatadas por las Fuerzas Armadas ecuatorianas.

Chávez había ordenado a sus tropas movilizarse a la frontera con Colombia y había advertido al presidente de Colombia Álvaro Uribe que un intento similar para violar la soberanía de Venezuela sería enfrentado con fuerza. Rápidamente, los medios internacionales lo calificaron de “belicista” y “responsable” del conflicto en la región.

El gobierno de Colombia, públicamente apoyado por el mismo presidente Bush, acusó a Chávez y al presidente de Ecuador, Rafael Correa, de apoyar y financiar a las FARC (un grupo calificado de “terrorista” por Estados Unidos, Colombia y la Unión Europea), e incluso implicó a Chávez en la supuesta venta de uranio a las FARC para la fabricación de bombas. Estos alegatos infundados y extremadamente peligrosos están alineados con los esfuerzos crecientes de la Administración Bush de calificar a Venezuela de ser una nación que apoya el “tráfico de drogas”, el “terrorismo” y el “lavado de dinero”, y clasificar a Chávez como un “dictador”, “autoritario” y “amenaza a los intereses de Estados Unidos”.

Desmantelar el mito que rodea a Chávez no es tan fácil como debería ser. La cobertura en torno al presidente Chávez y Venezuela es negativa y distorsionada en 90% de los grandes medios en Europa, América Latina y Estados Unidos. Un análisis de la página editorial del Washington Post durante los últimos años demuestra que de los veintitrés editoriales escritos específicamente sobre Venezuela, solo uno, escrito por el embajador de Venezuela en Estados Unidos, presenta una visión balanceada de la situación política y económica de la nación suramericana. El presidente Chávez fue calificado de “dictador”, “autócrata”, “caudillo” o “déspota” en diez ocasiones, y en casi todos los artículos abundaron calificativos como “dictatorial”, “autoritario” o “represivo” hacia su gobierno. Mucho peor, el Washington Post perpetuó la falsedad de la relación de Venezuela con el terrorismo en casi una docena de editoriales del año pasado.

Ninguno de estos señalamientos sobre el camino pantanoso que transita Venezuela y el presidente Chávez hacia una dictadura terrorista ha sido comprobado con pruebas verdaderas. De hecho, podemos trazar un paralelismo espantoso entre las mentiras de Bush y Cheney sobre las armas de destrucción masivas en el Irak de Saddam Hussein y las falsas acusaciones sobre la entrega de financiamiento y armas a terroristas colombianos y la facilitación del tráfico de drogas y lavado de dinero por parte de Chávez.

La sola referencia hecha por el presidente Uribe en torno a una posible venta de uranio a las FARC para construir bombas recuerda a los señalamientos injuriosos de Pat Robertson que decían que el presidente Chávez estaba construyendo una bomba nuclear con Irán para hacer volar a Estados Unidos.

Si bien son ridículos, estos señalamientos justificaron la invasión estadounidense en Irak después de que funcionarios del gobierno introdujeron con todo su ahínco falsas acusaciones en la opinión pública, y de que los medios reciclaran las mentiras.

Aquellos cínicos o muy ingenuos para creer que una agresión similar contra Venezuela pueda ocurrir sólo necesitan recordar la invasión estadounidense en la Granada socialista en 1983 o el bombardeo e invasión en Panamá en 1989. En ambos casos, ninguno de los gobiernos representó una amenaza real para Estados Unidos; igualmente, los mitos sobre “dictaduras peligrosas” fueron perpetuados en los medios para justificar los ataques unilaterales.

Cuando tarde o temprano la verdad sale a la luz, como es el caso de Irak, los funcionarios estadounidenses ofrecen disculpas poco sinceras y restan importancia diciendo que “eso fue en el pasado” y que de todas formas todos eran chicos malos.

Durante el último año, el Departamento de Estado ha clasificado a Venezuela como una nación que “no colabora” con la “guerra contra las drogas” y con la “guerra contra el terrorismo”. El Pentágono y las comunidades de inteligencia publicaron informes a principios de este año donde mencionan a Venezuela como una “gran amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos”; asimismo, han propuesto aumentar su presencia militar en la región. La Casa Blanca y el Congreso han incrementado el financiamiento de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, siglas en inglés) y del Fondo Nacional para la Democracia (NED, siglas en inglés) para los grupos opositores en Venezuela en un esfuerzo para reconstruir alianzas conservadoras que favorecen la agenda estadounidense.

Los medios internacionales describen a Chávez como el “enemigo Nº 1” y líder de un “eje del mal” latinoamericano” que está amenazando la estabilidad regional. Mientras tanto, la pobreza en Venezuela ha sido reducida en más de 50% bajo el mandato del tres veces elegido presidente Chávez, 100% de los venezolanos y venezolanas tienen acceso a salud y educación gratis y de calidad, la participación de los votantes se ha disparado a niveles históricos sin precedentes y más hospitales, escuelas, carreteras, puentes, vías férreas e industrias han sido construidos que durante los 40 años de “democracia representativa”. Y para más, Chávez ha negociado la liberación de seis rehenes que había sido retenidos por las FARC por más de cinco años, ayudó a pagar las deudas externas de Venezuela, Argentina y Nicaragua, y estabilizó iniciativas regionales como TeleSUR, el Banco del Sur, PetroCaribe, Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y el ALBA, acuerdo de cooperación comercial entre Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia.

Hugo Chávez es un hombre de paz. La pregunta sería por qué la Administración Bush y los medios masivos continúan describiéndolo como un dictador malvado. Pero todos sabemos la respuesta: Venezuela posee las reservas petroleras más grandes del mundo.

Por eso, lo que en realidad deberíamos preguntar es por qué la opinión pública - ustedes - permiten la perpetuación de este mito peligroso.

[Eva Golinger es abogada y autora del libro El Código Chávez: Descifrando la intervención estadounidense en Venezuela (Olive Branch Press 2006) y Bush vs. Chávez: La guerra de Washington contra Venezuela (Monthly Review Press 2008). Visite su blog en www.chavezcode.com].

Por Eva Golinger / www.venezuelanalysis.com
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