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Reciente novela, "Retrato en Sepia", de Isabel Allende

Claudio Aguilera
15 de Octubre de 2000
Isabel Allende, la periodista que bailó con el Bim Bam Bum; la que hizo reír en los años '70 con la ironia de su columna "Mi Querido Troglodita"; la que hizo llorar a medio mundo -literalmente- con la historia de la muerte de su hija Paula. Isabel Allende, la escritora chilena que más vende en el mundo, va a presentar internacional de su más reciente novela, "Retrato en Sepia".

Con la habitual carga de referencias al poder femenino, realismo mágico y medido erotismo, y sin salirse de los márgenes que la han hecho mundialmente conocida, la escritora presenta a Aurora del Valle - nieta de Eliza Sommers, la protagonista de su anterior libro, "Hija de la Fortuna" -, una joven fotógrafa de principios del siglo XX que deja la California de la fiebre de oro para volver al Chile d e sus antepasados.

Y si ya la abuela Eliza Sommers ha vendido sólo en España 400 mil ejemplares, todo indica que la nieta seguira los éxitos de librería que han marcado a la familia literaria de Isabel Allende. Mientras tanto la escritora no duda que el próximo año la cigueña le traerá un nuevo vastago. "Todavía no estoy trabajando en otro libro, pero espero que el 8 de enero del 2001 no me falle la inspiración...", asegura desde Estados Unidos.
— ¿Se puede considerar a "Retrato en Sepia" como una continuación de "Hija de la Fortuna", e incluso parte de una trilogía en la que se debe incluir a "La Casa de los Espíritus"?
— Sí, las tres novelas pueden considerarse como una trilogía. Me alegra que se hayan captado las conexiones entre esos tres libros, quiere decir que los personajes de "La Casa de los Espíritus", que apareció hace veinte años, todavía existen en la memoria de algunas personas.
— ¿Cómo funcionan estas "conexiones" entre sus novelas?
— Cuando escribi "La Casa de los Espiritus", en 1981, no tenia en mente una continuación, ni mucho menos un par de novelas que narraran los orígenes de esa historia o de esa familia. Cuando escribí "Hija de la Fortuna", en 1998, tampoco planeaba una segunda parte, pero apenas el libro fue publicado empezaron las presiones por todos lados: los lectores querían saber qué paso con los protagonistas. Mucha gente se quedó "colgada" con el final abierto de la novela. Entonces, decidi escribir otro libro en el cual algunos de los personajes de "Hija de la Fortuna" reaparecieran. De pronto me di cuenta que este libro servia de puente entre ambas novelas. Era cuestión de recuperar algunos personajes de mi primera obra. Sucedio en forma casi mágica, sin el menor esfuerzo, como si esos personajes hubieran estado esperando la oportunidad de manifestarse de nuevo.
— ¿Es posible hacer una lectura independiente de cada aventura?
— Por supuesto, pero si leen primero "Hija de la Fortuna", luego "Retrato en Sepia" y finalmente "La Casa de los Espíritus", tenemos una saga familiar que cubre casi 130 años.
— ¿Hay alguna relación especial con el pasado histórico de Chile por lo que crea importante retratarlo en sus novelas? ¿Hay una lectura del presente a partir del pasado?
— Claro que hay una lectura. En el siglo XIX Chile tuvo cuatro guerras y una revolucion, ademas de las batallas continuas contra los indígenas. Creo que gran parte de nuestro caracter nacional y el de nuestros militares se formo entonces. Y siempre todo ejercicio de memoria es bueno.

Además, la historia me interesa mucho, porque mirando el pasado se puede comprender el presente y evitar errores futuros. Lo malo es que la historia la escriben los hombres, nunca las mujeres, y siempre la cuentan desde el punto de vista de los vencedores.
— ¿Qué papel juega Chile en su literatura?
— Mis raíces están en Chile. No hay caso, siempre vuelvo a escribir sobre lo mismo: Chile, siempre Chile. Pasé trece años en Venezuela, llevo otros trece en San Francisco y viajo por todo el mundo, pero el corazón siempre sigue aquí.
— ¿Cuál, según usted, es el valor de la figura de la mujer pionera?
— En todos mis libros, menos en "El Plan Infinito", los personajes principales son mujeres fuertes. Las mujeres protagonizan y cuentan las historias.
— ¿Considera que el reiterado protagonismo de la mujer en sus novelas hacen que sea posible catalogarla como literatura feminista?
— Mis novelas, como muchas de otros escritores latinoamericanos, pueden leerse desde varias perspectivas: política, social, historica, etc., pero preferiría que en vez de catalogarlas tanto, las leyeran por placer. Además, tengo el orgullo de decir que he sido feminista desde que me acuerdo. Me revienta que el término feminista haya pasado a ser peyorativo y las muchachas de hoy, que se benefician de las luchas de sus madres y abuelas, y que no renunciarían a ninguno de los derechos que el feminismo ha adquirido, rehusen ser llamadas feministas: no les parece "sexy". Los hombres han tenido mucho éxito en desprestigiar al movimiento feminista, pero no creo que puedan detenerlo ni mucho menos revertirlo.
— ¿De qué manera la problemática femenina reflejada en "Retrato en Sepia" es la problemática de la mujer de hoy?
— En muy pocos momentos históricos las mujeres han estado tan reprimidas como en el siglo diecinueve. Tenía menos derechos que un niño y la mayoria vivía en la ignorancia y la pobreza, incluso las de las clases altas, porque se consideraba que la educación les "metía ideas subversivas en la cabeza" y el dinero lo manejan los hombres. Si una mujer trabajaba, el padre o el marido cobraba el suéldo. La creatividad, la independencia, la fortaleza, no se consideraban atributos femeninos. Mucho ha cambiado desde entonces, pero la lucha por obtener igualdad de oportunidades sigue existiendo para las mujeres de hoy. Falta muchisimo por hacer.
— ¿El viaje de sus personajes de ida y vuelta entre Estados Unidos y Chile es también una reflexión sobre su propia vida en ambos países?
— Salvo "Paula", no escribo sobre mí; al menos no lo hago conscientemente, pero mis experiencias se reflejan inevitablemente en mi trabajo.
— ¿Cree que un escritor chileno para triunfar debe vivir fuera del país?
— No, pero me parece importante para cualquier creador ventilarse un poco. Hay que salir, ver el mundo, comparar, observar la realidad propia desde diferentes perspectivas, eso aclara la mente y abre el corazón.
— ¿El hecho de ser una escritora "súperventas" no se transforma en una barrera para la creación literaria o impone algún tipo de restricciones a la hora de enfrentar una historia?
— No, todo lo contrario, me da una gran libertad, puedo escribir en mis propios términos, nadie me impone temas o plazos, nadie censura o edita mis libros y no tengo que estar pendiente de la opinión de la critica o del número de ventas de mis libros, puedo correr riesgos. Cada 8 de enero, cuando me encierro a escribir, es una maravillosa aventura.
— ¿Cómo asume las criticas que acusan a su literatura de haberse transformado en una reiteración de ciertas fórmulas exitosas?
— No leo la crítica.

("La Tercera", Chile, 15.10.2000)
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